viernes, 18 de enero de 2013

II Todo interrogantes

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Lo siguiente, tras digerir la información, fue un enorme “trabajo de investigación” (por llamarlo de algún modo) en Google. Se abría ante nuestros ojos el mundo de la emigración a Australia. Sinceramente, no voy a detenerme a contarles todos los pasos a seguir para irse a la Terra Australis Incognita. Conocemos los blogs unos estupendos, que relatan detalladamente todo eso, les dedicaré una entrada especial porque han servido de guía para nosotros y para muchos. Igualmente, prepararé un post sólo con enlaces que nos han resultado útiles en todos los pasos, cualquiera de ellos lo explica todo mejor que yo.
En resumidas cuentas, había mucho por decidir. ¿A qué ciudad vamos?, ¿cómo entramos legalmente en el país?, ¿hay trabajo?, ¿dónde y cómo vamos a vivir?. Creo que andábamos ya por el mes de julio o agosto quizá.
Lo primero que supimos fue lo siguiente: se dice que los españoles estamos castigados por culpa de un tal Skase, australiano con largo historial delictivo que se refugió España en los 90 (y como no, en Marbella). El premio para los españoles ha sido que no podemos entrar en el país con Working-Holiday Visa, (a trabajar simplemente) sino con un visado de estudiante que, además de obligarte a estudiar y asistir a clase (la oferta es bastante amplia, siempre que tenga que ver con tu formación o profesión), permite trabajar 20 horas semanales legalmente.
Una vez sabido esto, nos tocaba decidir la ciudad, pues sin eso, no podíamos buscar una academia donde estudiar inglés. Comencé buscando museos en Australia -el que me conoce sabe por qué-, curiosamente había hecho en la maestría una práctica sobre páginas web relacionadas con el patrimonio, y había escogido el Australian Museum de Sidney, recordaba que fascinó, así que empecé por ahí. Quería que el sitio que escogiésemos fuese rico y activo culturalmente, aquí estamos acostumbrados a una gran escasez en la calidad y la cantidad de ocio, y esa es una de las cosas que buscábamos. De primeras, miramos Perth y Sidney (por las referencias de nuestros amigos), Brisbane y Adelaide, sinceramente, ni las olí.
Melbourne estaba ahí, en el sur, frente a Tasmania, donde la Fórmula 1, era lo único que sabía. Pero llegó a un punto en que no hacía más que leer en rankings y descripciones de ciudades, que Melbourne era la capital cultural del país. Por mi parte no hubo más que decir. Me enamoré de la ciudad cuando conocí la existencia de lugares como el Museum Victoria, Federation Square o la preciosa State Library of Victoria. Pensé que ahí es donde tenía que ir. Luego me tocó convencer a Aitor, pero creo recordar que no fue tan complicado…


Sala de lectura. State Library of Victoria

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