El
lunes 9 de septiembre salimos de Australia. Levantarnos sabiendo que era el
último día que lo haríamos ahí no fue fácil. No parábamos de revisar todo,
mientras nuestros compis ideaban en secreto un desayuno para los cuatro. En
realidad ya habíamos desayunado, pero ese último café me supo a gloria. Nos
dolió mucho despedirnos de ellos, hemos pasado en esa casa tres meses
maravillosos y se había convertido en nuestro hogar.
Como
teníamos poco, de camino al aeropuerto recibimos muchas llamadas y mensajes de
despedida, nuestros amigos ya se habían despedido, pero lo hicieron una y otra
vez. Total, que no podía parar de llorar. Esto me ha hecho reflexionar sobre la
amistad. Relaciones que se establecieron y afianzaron en Melbourne en 5 meses,
aquí he tardado en lograrlas años. Con esto no me refiero a amistades mejores o
peores, sino a la rapidez con que aparecen los sentimientos, la ayuda sin
esperar nada a cambio, un hombro en el que llorar o un oído que te escucha. Sin
duda, lo mejor que nos llevamos de ésta experiencia, son los amigos.
A
las 2 de la tarde dejamos el país, el camino de vuelta fue más sencillo que el
de ida, Inmigración te pone la alfombra roja al marchar, sin preguntas y sin
apenas revisar maletas. El viaje fue muy pesado, 8 horas de Melbourne a
Bangkok, 4 horas de espera hasta salir hacia Madrid, otras 13 horas de vuelo, 7
de espera en Madrid y otras 3 hasta Gran Canaria. Al bajar del avión, lo único que
queríamos era una buena ducha y dormir en una cama.
El
reencuentro con la familia ha sido estupendo, había ganas de verlos, de estar
en casa, comer cosas que no estuvieran caducadas y productos "deluxe" como pan fresco, nueces, fruta o nutella . El tiempo parece no haber pasado desde
que nos fuimos, todo sigue tal y como estaba, sólo que ésta vez la isla me
parece más pequeña si cabe.
Ya
llevamos aquí una semana, y parece que nunca nos hemos marchado. La crisis no
permite avanzar a nuestra gente más cercana y las noticias vistas desde aquí
resultan peores de lo que pensábamos (allí evitábamos estar informados para no
amargarnos más de la cuenta). Comenzamos una vuelta atrás en el tiempo, donde
hemos de continuar todo por donde lo dejamos. Buscar trabajo de nuevo va ser
una aventura digna de Odiseo, pero con la experiencia australiana, espero que
nos resulte menos complicado. Hemos de intentar llevar una vida de casados pero
por separado y asumir que pasamos de la independencia en todos los sentidos, a
volver de nuevo bajo el techo de papá y mamá.
Afrontamos
esta etapa con algo de pesimismo, porque es una situación ya conocida.
Procuraremos continuar estudiando inglés, para no perder lo aprendido y para
seguir mejorándolo. Afrontaremos la búsqueda de empleo tal y como lo hicimos
allá, porque viéndolo del otro lado, si encontramos trabajo en un idioma que no
es el nuestro, aquí en algún momento podremos conseguirlo. Nos gustaría volver
a Australia cuando Aitor acabe su proceso médico (que ya ha comenzado la semana
pasada), pero para eso se necesita dinero, ergo, es imprescindible encontrar
trabajo. La pescadilla que se muerde la cola, la misma situación de un año atrás.
El tiempo dirá dónde está nuestro futuro.
Nuestras
próximas obligaciones son conseguir un nuevo teléfono móvil (le dimos de baja a
los nuestros antes de irnos y ya no valen), inscribir el matrimonio
australiano, entrar en la larga cola del INEM e ir buscando cosas que hacer. Cuando
inscribamos el matrimonio haré un nuevo post, seguro que para alguno de ustedes
será de interés.
Por
ahora no parece que el blog vaya a tomar tintes demasiado interesantes, iré
escribiendo si encuentro temas de los que hablar relacionados con Australia y,
como siempre, les responderé a todo lo que pueda con respecto a la emigración a
ese país.
Feliz
semana a todos y feliz fin de verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario